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Estudio UPR revela daño significativo en las costas de la Isla tras María

El 90% de las playas aplanadas, dunas escarpadas, formaciones rocosas destruidas, muchas playas reducidas y algunas hasta prácticamente desaparecidas es el saldo final que dejó el paso del huracán María por las costas de la Isla, según los resultados preliminares de un estudio liderado por la doctora Maritza Barreto de la Escuela Graduada de Planificación de la Universidad de Puerto Rico (UPR).

Playa La Boca 2017

Playa La Boca 2017 (Cortesía de Maritza Barreto)

En la evaluación de más de 35 playas se observó un cambio dramático en la morfología, es decir, el ancho, la elevación, la sedimentación e infraestructura de estas, informó la geóloga marina, especialista en playas.


“En el momento del huracán se produjo erosión muy, muy significativa”, aseguró Barreto, quien lleva estudiando las costas de la Isla desde hace 24 años. Indicó que estos daños fueron producidos por una combinación de factores, especialmente el viento, las marejadas ciclónicas, el oleaje y las arrolladoras desembocaduras de los ríos.


La profesora del Recinto de Río Piedras anotó que aunque hubo playas que por su ubicación y por la trayectoria del huracán estuvieron más protegidas, hubo muchas otras que no corrieron igual suerte.


Entre las playas más afectadas figuran La Boca, en Barceloneta; Playa de las Mujeres y Boquilla en Manatí; Crash Boat en Aguadilla; Córcega en Rincón; El Maní en Mayagüez y algunas de Arecibo, Añasco e Isabela.


La erosión fue dramática por toda la costa. Foto de La Boca en Barceloneta (Cortesía de Maritza Barreto)


“El impacto del huracán ha sido a través de toda la costa de Puerto Rico”, subrayó Barreto a quien le preocupa que lo que se ha difundido en los medios de comunicación hasta el momento solo señala el área oeste como la zona más devastada.


Su equipo de trabajo compuesto por estudiantes graduados de Planificación y Ciencias Ambientales y otros dos profesores de la UPR, encontró que las zonas más afectadas fueron las que ubican cerca de desembocaduras de ríos, poseen estructuras cerca de la línea de agua (están dentro del litoral costero) y tienen historial de erosión.


La iniciativa para monitorear estas áreas, que surgió a raíz del interés del grupo de trabajo de Barreto que integra la Red de Playas por conocer el impacto del huracán en esta estructura natural, encontró que la mayoría de las playas se aplanaron o perdieron su elevación.


Barreto mencionó que se fijaron en indicadores de erosión, los depósitos de arena, y el tipo de sedimentación. Complementaron la visita ocular con imágenes de la NOAA y fotos tomadas desde un dron (vehículo aéreo no tripulado).


Hallazgos preocupantes


Aunque la profesora de Planificación resaltó que hubo hallazgos positivos, porque identificaron lugares, como Playa Santa en Guánica, que apenas se afectó así como otra playa en Añasco que incluso ganó cerca de 10 metros de extensión, hubo otras áreas donde el impacto fue alarmante.


Barreto informó que en Barceloneta y Manatí prácticamente desaparecieron las playas La boca y la de las Mujeres. La boca que antes del huracán tenía una extensión de entre 40 y 60 metros de ancho se redujo a apenas dos metros, perdiéndose más del 90 por ciento de ese recurso. Barreto indicó que un panorama similar se observó en la playa de las Mujeres. Este lugar que antes ofrecía un paisaje paradisiaco, luce prácticamente destruido e irreconocible.


La boca antes y después de María. La playa medía entre 40 y 60 metros antes del huracán. Ahora se redujo a apenas dos metros. (Cortesía de Maritza Barreto)


La playa Montones en Isabela, próxima al parador Villas del Mar Hau se erosionó severamente. Allí se perdieron varias extensiones de dunas y hasta se socavaron las bases de muchas estructuras, tal como ocurrió en la playa de Córcega en Rincón.


El mar golpeó fuertemente la zona del parador Villas del Mar Hau en Isabela (Cortesía de Maritza Barreto)

En la playa Montones de Isabela se perdieron muchas dunas. (Cortesía de Maritza Barreto)

En la playa Montones de Isabela se perdieron muchas dunas. (Cortesía de Maritza Barreto)



En Crash Boat hubo cambios dramáticos”, resaltó por otro lado. “Hubo erosión, daños en la infraestructura, las palmeras, la arena se volvió más gruesa y la playa se hizo más pequeña”, detalló.


Barreto destacó que en Arecibo y en la playa Boquilla de Manatí también se perdieron muchas áreas de dunas.


Otra zona donde encontró daños impresionantes fue en El Maní en Mayagüez. Las imágenes de ese litoral costero evocan las del tsunami de 1918 registradas en la revista Puerto Rico Ilustrado. La fuerza con la que entró el mar evidencia el estado en que quedaron las viviendas, los autos y el pavimento. Allí una casa de cemento fue arrancada y movida completamente de su espacio original.

El Maní en Mayagüez (Cortesía de Maritza Barreto)

El Maní en Mayagüez (Cortesía de Maritza Barreto)

Asimismo, la experta en costas informó que en la playa de El Combate en Cabo Rojo se encontraron con un cementerio de corales, esponjas y abanicos de mar. Observó que esto apunta a que el huracán dañó mucho los arrecifes de esa zona.


En Combate en Cabo Rojo hubo mucho depósito de corales muertos. (Cortesía de Maritza Barreto)

En Combate en Cabo Rojo hubo mucho depósito de corales muertos. (Cortesía de Maritza Barreto)


Aunque aún no han visto la zona sureste con detenimiento, pues esto forma parte de la fase final del monitoreo que realizan, adelantó que en la playa de Punta Santiago en Humacao hay gran devastación. “Se aplanó y perdió ancho de playa”, abundó.

unta Santiago en Humacao presenta mucha devastación. (Cortesía de Maritza Barreto)

Punta Santiago en Humacao presenta mucha devastación. (Cortesía de Maritza Barreto)



Por otro lado, Barreto resaltó que el oleaje de María también rompió las rocas de playa. Estas formaciones rocosas típicas del área norte actúan como una especie de rompeolas o barreras naturales que ayudan a proteger las costas del mal tiempo. A la investigadora le preocupa que debido al daño que sufrieron estas rocas se incremente el alcance de la inundación costera.


Barreto agregó que aunque algunas de estas playas podrían recuperarse otras no podrían correr con igual suerte. Explicó que estudios científicos han demostrado que luego de un huracán estas zonas demoran entre dos meses y un año en ganar arena y regresar a como eran antes. Esa fue la experiencia con las tormentas Katrina y Sandy en Estados Unidos.


No obstante, aclaró que no necesariamente ocurrirá lo mismo con todas las playas de aquí. “Yo no creo que todas las playas se van a recuperar”, sentenció Barreto.


Pronosticó que este podría ser el caso, por ejemplo, de Rincón y otras zonas donde el mar impactó la infraestructura. Asimismo, estimó que la zona del Maní tomará más tiempo.


Implicaciones de largo alcance


Barreto advirtió que la no recuperación de estas áreas podría acarrear graves consecuencias.


“Si no se recupera para el próximo periodo de huracanes , el próximo huracán va a entrar más, o sea la vulnerabilidad será mayor, la inundación costera va a impactar más a las comunidades cercanas y se perdería más infraestructura”, precisó.


La investigadora añadió que la zona podría perder su resistencia no solo a fenómenos como María sino a los eventos de frentes fríos que suelen llegar a la Isla a partir de diciembre, lo que continuará incrementando más la erosión de las costas, permitiendo por tanto que el mar continúe avanzando tierra adentro.


“La implicación es seria. En la próxima marejada podrían inundarse áreas que antes no se inundaban”, alertó. También apuntó que podrían venir eventos de magnitud menor y provocar inundaciones como si se tratara de un huracán categoría 5.



Cortes de erosión en la playa El Puente en Añasco. (Cortesía de Maritza Barreto)


Cortes de erosión en la playa El Puente en Añasco. (Cortesía de Maritza Barreto)


De hecho, muchas de estas costas estaban siendo monitoreadas por Barreto y la Red de Playas desde hace cuatro años. Ese primer estudio, que se realizó para el 2010, ya había revelado que esa zona era altamente vulnerable a eventos climatológicos. Barreto indicó que ese informe fue entregado al Departamento de Recursos Naturales y Ambientales tan pronto fue finalizado.

Un mes antes del huracán, en agosto de este año, durante nuestra temporada pico de huracanes, Barreto divulgó a través de la prensa, los datos que evidenciaban la vulnerabilidad (debido a los problemas de erosión) en la que se encontraba estas playas que resultaron severamente afectadas por María. “Nosotros dimos un alerta”, recordó.


El desconocimiento sobre este asunto lo evidencia la Resolución de la Cámara de Representantes 558 que ordena hacer una investigación sobre la erosión de playas. Barreto, quien ha producido y publicado varios trabajos sobre esta situación desde hace años, indicó que vio con sorpresa en la prensa cómo se anunció la aprobación de la medida ahora en noviembre.


La profesora confía que todas estas cosas puedan subsanarse cuando todas estas investigaciones de la Red de Playas se canalicen a través la eventual instauración en el Recinto de Río Piedras del Instituto de Investigación y Planificación Costera de Puerto Rico y el Caribe. Allí esperan levantar información que ayude a establecer las guías para el manejo adecuado de nuestras costas.


La experta reiteró que estos primeros resultados del presente estudio de respuesta rápida del Impacto del huracán María sobre la morfología de la playa se concentran en las costas norte y suroeste de la Isla. Destacó que aún falta por evaluar la zona sureste que se pronostica como la más afectada porque fue por donde hizo su entrada el huracán María el pasado 20 de septiembre.


Barreto comentó que estos datos estarán disponibles próximamente junto con un mapa, que será el producto final de esta iniciativa, que contendrá los impactos concretos del huracán en la morfología de todas las playa junto a una serie de recomendaciones para atender cada una de ellas.


En la investigación participaron los estudiantes graduados Nahir Cabrera, Elizabeth Díaz, Willy Colón, Alejandra Bonilla, Kevian Pérez, Aileen Aponte y Daniel Narváez. Colaboraron además los profesores Aurelio Castro de la Escuela Graduada de Planificación y Rafael Méndez Tejada, de la Universidad de Puerto Rico en Carolina.


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