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Alertan de mortífera condición que ataca los corales

En las aguas de Florida, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) encontró que una misteriosa enfermedad detectada en 2014 mató una colonia de coral de más de 330 años —más antigua que los Estados Unidos— en apenas tres o cuatro meses.

El "síndrome blanco" se registró por primera vez en la Isla en el Arrecife Punta Tamarindo Chico, en Culebra. Suministrada / Edwin Hernández

El "síndrome blanco" se registró por primera vez en la Isla en el Arrecife Punta Tamarindo Chico, en Culebra.

Suministrada / Edwin Hernández

Ahora, a seis años de su hallazgo en Florida, investigadores consultados por EL VOCERO aseguran que el llamado “síndrome blanco” ha comenzado a observarse en colonias de coral en Puerto Rico, aunque el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) no puede afirmar que se trata de la misma condición.

“A mediados de noviembre es que vemos lo que por primera vez constituye un brote —casi de naturaleza epidémica— en Culebra, en el Arrecife Punta Tamarindo Chico. Ahí sí era diferente. Ya estábamos observando varias decenas de colonias de diferentes especies con la condición. Inequívocamente era la condición”, alertó el profesor del Departamento de Ciencias Ambientales de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Río Piedras, Edwin Hernández.

Desde su primer avistamiento en las costas del Condado de Miami-Dade en 2014, el Stony Coral Tissue Loss Disease (SCTLD) se ha detectado en Jamaica, México, Saint Martin, Saint Thomas, República Dominicana, Islas Turcas y Caicos, Belice, Saint Eustatius, y más reciente, en Puerto Rico.

Alarmante tasa de mortalidad

Una de las inquietudes de los investigadores —en la Isla y otras jurisdicciones— es la rapidez con la que mueren los corales que han contraído la enfermedad, que hasta ahora se ha detectado en más de una veintena de especies, entre ellas las más importantes en la formación de arrecifes en el Caribe.

“La tendencia (local) puede ser exactamente la misma que en Florida y Saint Thomas. Las especies más susceptibles van a morir rápidamente, a menos que podamos hacerles los tratamientos con antibióticos y otros mecanismos de prevención o aislamiento”, aseveró el doctor Ernesto Weil, catedrático e investigador del Departamento de Ciencias Marinas del Recinto Universitario de Mayagüez.

En busca de evitar un impacto mortífero en los corales de la Isla, Hernández detalló que el DRNA autorizó un tratamiento experimental con el antibiótico “amoxicilina”, que ha mostrado tener efectividad en Florida —entre un 80% y 90%— y Saint Thomas.

“Se atendieron 63 colonias con el antibiótico. Se hicieron dos intervenciones, una el 30 de noviembre y la otra el 6 de diciembre. Lo que hicimos fue tratar las primeras 27 de una sola vez, y tratar las otras 36 una sola vez. Esa primera intervención en colectivo detuvo 92% de la progresión (de la enfermedad)”, especificó.

Sin embargo, al solo autorizarse esta única intervención, un muestreo de estos corales realizado en enero reveló que el 61% volvió a mostrar síntomas de la condición. De estos, se estima que cerca de un tercio ya murió, según se pudo observar durante otro muestreo realizado el pasado viernes.

En el caso de las colonias que la Sociedad Ambiente Marino —en la cual Hernández es investigador— vigila de cerca en Punta Tamarindo Chico, se ha documentado una pérdida del 53% de los corales observados desde noviembre.

Incluso, gran parte de las poblaciones que sobrevivieron al impacto de los huracanes Irma y María “se han muerto o se están muriendo, porque están infectadas”.

Aunque los patrones de esta enfermedad se han observado en corales de Puerto Rico, Recursos Naturales no puede afirmar que se trata de esta condición.  Suministrada / Edwin Hernández

Aunque los patrones de esta enfermedad se han observado en corales de Puerto Rico, Recursos Naturales no puede afirmar que se trata de esta condición.

Suministrada / Edwin Hernández

“Ya llegó a la Isla”

“El síndrome es un peligro potencial para los arrecifes de Puerto Rico. Debemos tratar de hacer lo posible para disminuir el impacto y tratar de evitar la dispersión a la Isla Grande. Ya llegó a la Isla, ahora es cuestión de tiempo ver cómo y cuán rápido se dispersa”, declaró por su parte Weil.

A pesar de las señales, el director de la Oficina de Manejo de Costas y Cambio Climático del DRNA, Ernesto Díaz, indicó que la agencia no le llama “síndrome blanco” al patrón observado en Culebra, puesto que investigadores no han podido identificar el patógeno que causa la condición.

Sin embargo, aseguró a este rotativo que la agencia se mantiene alerta ante la posible aparición de los mismos síntomas en otras áreas de la Isla.

“Hemos recibido material y antibiótico para tratar de manera experimental nuevamente —y cautelar— este asunto. El material se va a estar aplicando a las colonias grandes, a las especies más susceptibles”, comunicó Díaz. No pudo brindar la fecha en la que se estará aplicando este tratamiento.

Sin fondos el DRNA

Un estudio realizado por el DRNA en 2007 encontró que la presencia de los arrecifes en Vieques, Culebra, el Arrecife Cordillera y en Fajardo representa sobre $1,100 millones anuales a la economía. Esto, porque el arrecife funciona como un rompeolas que amortigua el impacto del oleaje y a su vez, protege la infraestructura en la costa, como carreteras, edificios, hoteles, hospitales, y residencias.

“Hay huracanes que ahora parecen estar mucho más acentuados sus efectos cuando el agua se calienta por culpa nuestra… La severidad de esos ciclones la vimos con María y con Irma. (Los arrecifes de coral) son la primera línea de defensa contra el oleaje. Tú necesitas tener un arrecife vivo que sea capaz de seguir creciendo, porque si ese arrecife está muerto, pierde su capacidad de amortiguar la energía del oleaje”, recalcó el profesor Hernández.

En tanto, Díaz planteó que el DRNA comenzó a trabajar con la comunidad científica en la Isla hace dos años, ante la posibilidad de la llegada de la enfermedad.

“Ahora mismo estamos en fase de diagnóstico y en el diseño de estrategias de atención a la situación. Lo que sí podemos hacer —y hemos estado haciendo— es alertando a la comunidad científica, distribuyendo material informativo, trabajando con pescadores y operadores turísticos. Estamos invocando el principio precautelar para tratar de reducir la posibilidad de propagación”, precisó.

No obstante, reconoció que la agencia no tiene los fondos para atender esta enfermedad. “Francamente, en estos momentos los fondos que hemos identificado para esto son más bien fondos de detección e investigación y estamos tratando que se aprueben por parte de la NOAA, que son los fondos federales que se allegarían para esos trabajos”, manifestó.

En esa línea, el profesor Hernández reiteró la necesidad de identificar fondos para este mal, que ya comienza a dar signos en el oeste de la Isla. Para intentar frenar la dispersión, indicó que la Sociedad Ambiente Marino ha invertido sobre $40,000 en los pasados meses.

“La magnitud de lo que estamos viendo amerita un tipo de intervención realmente significativa. Ahora estamos contrarreloj, ahora estamos ante una situación de emergencia… Es una crisis la que tenemos bajo el agua. Hace falta mover la cosa un poco más rápido para poder viabilizar más acciones concertadas”, puntualizó.

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