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Estudiantes de segundo y tercer grado aprenden sobre microplásticos y toman conciencia ambiental

Recibieron la charla “Cuidar el planeta nos toca a todos”, que busca educar, desde temprana edad, sobre el impacto de estas pequeñas partículas para promover un futuro más sostenible y saludable



Cuando la bióloga marina Sandra Schleier preguntó si conocían qué son los microplásticos, varios “sí” y “no” se escucharon a coro en el grupo. Y esas reacciones mixtas, justamente, dieron base a que 28 estudiantes, de segundo y tercer grado, de la escuela elemental Amalia Marín, en la barriada Venezuela, en Río Piedras, aprendieran o reforzaran lo que ya sabían sobre cómo estas pequeñas partículas afectan el medioambiente y su salud.


“(El plástico) se rompe en pedacitos bien chiquitos hasta que se vuelven microplásticos. Esos microplásticos nosotros no los podemos ver y, como son bien livianos, pueden estar en el aire y pueden estar en el agua, hasta en el agua de la pluma”, explicó Schleier, despertando el interés de todos.


“Pero, tú no te vas a dar cuenta (de los microplásticos) porque son tan chiquitos, que tú te lo puedes tragar y no te enteraste porque no saben a nada, porque no los puedes tocar”, agregó.


Schleier es portavoz de Scuba Dogs Society (SDS), organización sin fines de lucro que, junto a la empresa Colgate-Palmolive, patrocinó, el pasado 2 de mayo, la charla “Cuidar el planeta nos toca a todos”. Se trató de una actividad para promover, desde temprana edad, la conciencia ambiental para asegurar un futuro más sostenible y saludable.


Durante su participación en la charla, los niños demostraron su conocimiento y conciencia sobre los efectos de la contaminación por plástico en los cuerpos de agua, al resaltar que puede causar daño a los animales y que es un material que tarda en descomponerse.


“Para nosotros no tener tanto plástico en el océano, en nuestros espacios naturales… para nosotros evitar los microplásticos, tenemos que empezar a usar menos plásticos y seguir usando menos, menos, menos, hasta que no quede nada de plástico”, sostuvo la portavoz.


Baudilio Lorenzo de Jesús, director de la escuela elemental Amalia Marín, destacó, por su parte, la importancia de la actividad, pues consideró que una de las necesidades de sus estudiantes es que sean expuestos a experiencias diferentes fuera del salón de clases.


“Yo creo que la educación tiene que ser integral. La comunidad de Venezuela es una comunidad bien necesitada, que carece de muchos recursos, pero yo creo que uno de los recursos que más carece es del acompañamiento. Muy pocas personas vienen aquí a visitarnos y, por eso, los niños se emocionan cuando vienen”, expresó Lorenzo de Jesús.


“Tenemos que empezar a usar menos plásticos y seguir usando menos, menos, menos, hasta que no quede nada de plástico ” SANDRA SCHLEIER, BIÓLOGA MARINA


En tanto, Schleier afirmó que los estudiantes deben ser expuestos a más iniciativas ambientales.


“Los estudiantes, cuando la pasan bien y uno les ofrece información, y de esta manera que fue divertida, pues, esa información se les queda. También, hay que llevarlos fuera del salón porque nosotros queremos que ellos protejan estos recursos, pero cómo ellos van a proteger algo que ellos no conocen. Si no lo conocen, no lo entienden; por tanto, no le tienen amor”, abundó la bióloga marina.


Donativo para el huerto escolar


Durante la actividad, la gerente general de Colgate-Palmolive, Ana Maldonado, entregó un donativo de $500 para el huerto escolar de la escuela elemental Amalia Marín, así como una aportación de $5,000 para Scuba Dogs Society.


“Hacer una donación es un aporte adicional a la parte de la comunicación, para ayudar a que estos procesos y esta concientización siga extendiéndose. Es una pequeña donación para que puedan tener herramientas para ese huerto. Cualquier apoyo que nosotros podamos dar, la verdad nos sentimos muy agradecidos de poder hacerlo”, comentó Maldonado.


Aunque el proyecto del huerto se paralizó por la pandemia de COVID-19, el director escolar indicó que dos maestras que se han dado a la tarea de retomar el proyecto.


“Cuando teníamos el huerto escolar, anteriormente, ellos (los estudiantes) hacían el sofrito del comedor escolar; con eso era que se cocinaba en el comedor”, contó Lorenzo de Jesús.


Asimismo, el director escolar relató que realizaban casas abiertas, donde los padres podían comprar alimentos –como cilantro, lechuga, papaya, entre otros – que los estudiantes cosechaban.


“Es una alternativa diferente que le podemos dar a los estudiantes y, sobre todo, crear conciencia en ellos. Yo creo que hacerlos participar de esa experiencia es muy positivo, sobre todo porque salimos de la academia. Salimos del salón de clases. A ellos les encanta. Ellos se lo disfrutan”, dijo Lorenzo de Jesús.


La escuela ha organizado actividades para motivar a los estudiantes que estarán involucrados en el proyecto, como visitas a otros huertos, al igual que hacer compostas en el Jardín Botánico de la Universidad de Puerto Rico.


El director escolar espera iniciar el proyecto este verano, durante el campamento, o en agosto, cuando comience el nuevo año académico.


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