Colapso de los arrecifes de coral vulnerabilizan a la comunidad costera
- Gabriela A. Dávila Lozada
- 6 may
- 5 Min. de lectura

Bajo las aguas cálidas del Caribe, aquello que una vez fue colorido y rico en vida ahora es un cementerio. Con los restos de este ecosistema de arrecifes, no se podrá proteger a la gente que coexiste con la diversidad de vida playera.
Debido al colapso de los arrecifes coralinos a nivel de Puerto Rico, se estima que las comunidades costeras serán más vulnerables ante la erosión, los fenómenos atmosféricos y el detrimento de la economía azul, según expertos en restauración arrecifal.
La vida y la propiedad de personas históricamente marginalizadas se enfrentará a la falta de estos ecosistemas, señala el cofundador y director ejecutivo de Institute for Socio-Ecological Research (ISER: Caribe, por sus siglas en inglés), Braulio Quintero Nazario.
Acorde al cofundador de ISER: Caribe, la comunidad costera está constituida por generaciones de personas que fueron desplazadas y forzadas a vivir en espacios considerados inhóspitos por la falta de acceso a servicios, la tendencia a inundaciones, y exposición a mosquitos, como en los manglares.
Con la pérdida de estos ecosistemas y barreras naturales, la población local en las costas no podrá depender de la pesca porque los peces, crustáceos y moluscos comienzan a carecer de un hábitat para reproducirse.
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“Perderíamos un espacio de vivero esencial para mantener las pesquerías de la zona y, por ende, de la reserva alimentaria”, asevera el investigador arrecifal de Vegabajeños Impulsando Desarrollo Ambiental Sustentable (VIDAS), Ricardo Laureano de Ángel. “Bastante precaria que está [la reserva alimentaria], porque nosotros apenas producimos 20 por ciento de lo que nos comemos”, añade el líder ambiental.
Además, las playas tendrán una estructura plana, así que el terreno se desgastará con facilidad por la pérdida de barreras contra las marejadas y el aumento del nivel del mar. De este modo, los impactos de un huracán y otros ciclones podrían ser devastadores, indica el científico sénior de Sociedad Ambiente Marino (SAM), Edwin Hernández Delgado.
Para el también doctor en Biología Tropical, la acidificación del océano es una preocupación adicional, que se debe al aumento de dióxido de carbono disuelto en el agua. Sin las algas que viven en los corales, este ácido carbónico continuará acumulándose en los océanos, por lo que afectará la supervivencia de quienes viven en las costas y la biodiversidad marina.
¿Hay algún plan para mitigar los efectos del cambio climático?
En abril del 2024, el Comité de Expertos y Asesores sobre Cambio Climático entregó un bosquejo de un plan para reforzar la preparación y respuesta gubernamental ante estresores del calentamiento global.
El borrador del Plan de Mitigación, Adaptación y Resiliencia al Cambio Climático en Puerto Rico contiene un análisis de los efectos del fenómeno en la salud, energía, vivienda, transportación, agricultura y los ecosistemas. Incluye además 156 recomendaciones y 808 estrategias para que el gobierno apacigüe las situaciones que afecten estas áreas.
A un año de la presentación de este plan, la legislatura no lo ha evaluado y debe volver a presentarse.
Al director ejecutivo de ISER: Caribe le preocupa la falta de un plan de vivienda (aprobado) para atender a las poblaciones que sufrirán las repercusiones del colapso de los arrecifes y el calentamiento global.
Mientras que el profesor Hernández Delgado asegura que el retraso para evaluar este plan se debe a la irresponsabilidad de la Asamblea Legislativa actual y pasada.
“Hay elementos que son necesarios todavía documentar, como en todo, pero la información está disponible. No es por falta de información”, dice el científico.
La necrópolis arrecifal
A menos de un mes del comienzo de la temporada de huracanes, los tres expertos en restauración arrecifal afirman que las condiciones de los corales en Puerto Rico son precarias.
Luego de dos eventos masivos de blanqueamiento seguidos, en el 2023 y 2024, por un mínimo de 17 semanas consecutivas de calor, “resultó en una mortandad sin precedentes”, de acuerdo a Hernández Delgado.
“Prácticamente no existen”, lamentó el científico. “Apenas hemos encontrado colonias juveniles”, añade.
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Durante el verano del 2023, el blanqueamiento afectó mayoritariamente los arrecifes del oeste y sur, como en Rincón, Mayagüez, Cabo Rojo y Lajas. A diferencia del fenómeno en el 2024 que afectó más el norte y este como en Culebra, Vega Baja y Manatí.
Sobre 60 por ciento de las aguas alrededor de Puerto Rico se encontraba a bajo una alerta de mortalidad para más de la mitad de la población de corales. Sin embargo, casi la totalidad de estos animales pereció, que podría catalogarse como una extirpación local, de acuerdo a Hernández Delgado.
“El efecto de esos dos eventos fue bien devastador para la diversidad de corales, la cobertura de coral vivo y comprometiendo los roles ecológicos que tienen”, destaca el investigador sénior.
A nivel mundial, 84 por ciento de los arrecifes sufrieron blanqueamiento térmico, acorde con la Iniciativa Internacional para los Arrecifes de Coral.
De igual forma, SAM monitoreó, en los pasados meses, las islas municipio en un intento por encontrar especímenes vivos del coral cuerno de alce o cuerno de ciervo. En Vieques, a penas encontraron alrededor de 7 colonias, la mayoría juveniles. En Culebra hay mortandad parcial de 15 a 20 corales en ciertas zonas.
La mayoría de los arrecifes no tiene viabilidad para sobrevivir a largo plazo.
No obstante, la Reserva Natural Los Jardines Submarinos de Vega Baja y Manatí podría ser clave para rehabilitar los arrecifes de Puerto Rico.
La esperanza en las aguas del norte
A pesar de la devastación en el norte, la reciente reserva natural tiene corales vivos, especialmente del cuerno de arce.
Conforme a Hernández Delgado, existe la posibilidad de entrecruzar los genes de los especímenes del norte con el del resto del archipiélago puertorriqueño. Esta recombinación sería posible con la reproducción sexual y siembra de corales.
Ante la esperanza que representan estos animales en Vega Baja y Manatí, el colectivo VIDAS continuará la restauración de los arrecifes con la siembra de especímenes mediante la incrustación y amarre.
Incluso, el voluntariado pretende instalar sensores de temperatura en las playas, como en El Eco de Vega Baja, y habilitar un laboratorio para observar cuán adaptables son los fragmentos de coral que sobrevivieron a los blanqueamientos.
“Hay posibilidades de resiliencia. Estamos a la expectativa”, comenta Laureano de Ángel.
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Por su parte, SAM está estudiando las yerbas marinas en costas de alta energía de oleaje en el archipiélago puertorriqueño. Además, la organización busca continuar la siembra de corales y comenzar con la restauración de las yerbas.
Igualmente, ISER: Caribe sigue trabajando con cultivos de corales para combatir la mortalidad de las colonias en el sur de Puerto Rico. Además, la organización procura el diálogo sobre la disminución del uso de combustibles fósiles e implementación de energía limpia entre la población local y comercial del casco urbano de Cabo Rojo.
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